domingo, 3 de agosto de 2008

TRABAJO INMATERIAL Y SALUD DE LOS TRABAJADORES.

Dra. Marité Colovini
Dr. Jorge Kohen.


“¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres. ¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella forma social? Nada de eso. A un determinado nivel de desarrollo de las facultades productivas de los hombres, corresponde una determinada forma de comercio y de consumo. A determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado orden político (état politique), que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil.”
Carlos Marx: Correspondencia. Carta a Pável Vasílievich Annenkov. 28 de diciembre de 1846.


En la actualidad el campo de la salud de los trabajadores muestra características que no están siendo relevadas ni por los estudios sobre el tema ni por los nomencladores o listados de enfermedades laborales.

Creemos que esta cuestión deviene de la utilización de categorías que ya no responden a la configuración del ciclo de producción dominante y por ende a la estructura del trabajo en la contemporaneidad.

A sabiendas que pensar la actualidad en presente siempre es un terreno riesgoso, conviene tomar el riesgo e intentar estar a la altura de lo que la época nos demanda.

Nuestro trabajo tendrá entonces la modalidad de un work in progress, ya que iniciamos la investigación en éste campo a partir de considerar lo que algunos autores proponen respecto al concepto de trabajo en los umbrales del nuevo siglo.

Si en la actualidad asistimos a un "salto de paradigma", (Revelli, M. 2001), y por ello, a una discontinuidad profunda a todos los niveles: cultural, social, político; ésto nos obliga a reconstruir desde los cimientos, modelos organizativos, identidades colectivas, categorías interpretativas, lenguajes.

Para definir la contemporaneidad, vamos a caracterizar someramente algunos tópicos:
-la estructura del ciclo de producción.
-la modalidad del Estado.
-la subjetividad de la época.

1- Transformaciones en el mundo del trabajo:

Si el fordismo integraba el consumo en el ciclo de reproducción del capital, el posfordismo integra la comunicación. Esto coloca en primer plano actividades laborales que no producen objetos concretos, materiales.

Ya Karl Marx en su Fragmento sobre las máquinas había constatado que: “El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del general intellect y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.”

Desde el punto de vista estrictamente económico, el ciclo de reproducción del trabajo inmaterial desplaza a la relación producción/consumo definida tanto por el "círculo virtuoso keynesiano" como por los esquemas de reproducción marxistas del Libro II del "Capital". Ahora bien, más que hablar de vuelco de la "oferta y la demanda", habría que hablar de una redefinición de la relación producción/consumo. El consumidor está inscripto en la fabricación del producto desde su concepción. El consumidor ya no se limita a "consumir" una mercancía (a destruirla en el acto de consumo). Por el contrario, su consumo debe ser productivo de las condiciones de las nuevas producciones. El consumo es, entonces, sobre todo un consumo de información. El consumo ya no es sólo la "realización" de un producto, sino un verdadero proceso social que por el momento definimos con el término "comunicación".

El trabajo inmaterial se ve en el cruce (es la interface) de la nueva relación producción/consumo. El trabajo inmaterial activa y organiza la relación producción/consumo. La activación, tanto de la cooperación productiva como de la relación social con el consumidor, se materializa en y mediante procesos de comunicación.

La actividad del trabajo inmaterial nos obliga a ampliar las definiciones clásicas de "trabajo" y "fuerza de trabajo", pues resulta de una síntesis de diferentes tipos de savoir-faire (el de las actividades intelectuales en lo que atañe al contenido cultural-informativo, el de las actividades manuales para la capacidad de unir creatividad, imaginación y trabajo técnico y manual, el de las actividades empresariales para la capacidad de gerenciamiento, de relaciones sociales y de estructuración de la cooperación social de la que forma parte). El trabajo inmaterial se constituye en formas inmediatamente colectivas y sólo existe, por así decirlo, en forma de redes y flujos. La sumisión a la lógica capitalista de la forma de la cooperación y del "valor de uso" de esa "actividad", no suprime la autonomía y la independencia de su constitución y su sentido. Por el contrario, abre antagonismos y contradicciones que, como mínimo, por retomar una fórmula marxista, exigen una "nueva forma de exposición".

El "producto ideológico" se vuelve a todos los efectos una mercancía. Aquí, "ideológico" no caracteriza el producto como "reflejo" de la realidad, como falsa o verdadera consciencia de la realidad. Por el contrario, los productos ideológicos producen nuevos estratos de la realidad, son un crecimiento de la potencia de conocimiento y acción del ser humano. Nuevas maneras de ver, de sentir, exigen nuevas tecnologías y nuevas tecnologías exigen nuevas formas de sentir y de ver. Los productos ideológicos son completamente internos a los procesos de formación de la comunicación social, a saber, son al mismo tiempo los resultados y los presupuestos de este proceso. El conjunto de los productos ideológicos constituye el medio ambiente ideológico del ser humano. Los productos ideológicos que se transforman en mercancías no pierden su especificidad, a saber, el hecho de que siempre se dirigen a alguien, de que son "idealmente significantes", y plantean por ello el problema del "sentido".

El público tiende a volverse el modelo mismo del consumidor (público/cliente). El público (en el sentido de auditorio: el lector, el que escucha música, el público de la tele, etc) al que se dirige el autor tiene como tal una doble función productiva: en un momento, en la medida en que es al que se dirige el producto ideológico y que en tanto que tal es un elemento constitutivo de la "obra" y, en otro momento, a través de la recepción mediante la cual el producto "halla un lugar en la vida" (es integrado en la comunicación social) que le hace vivir y evolucionar. Entonces, desde este punto de vista, la recepción es un acto creativo y es parte integrante del producto. La transformación del producto en mercancía no puede suprimir este doble proceso de "creatividad" que debe asumir en cuanto tal y tratar de controlar y someter a sus valores.

2- Características del Estado:

Nuestra coyuntura actual, que se llama “globalización”, se podría pensar históricamente como el agotamiento de una entidad, el Estado-Nación, y la aparición de otra entidad, que podríamos llamar “Estado Técnico-Administrativo”, una construcción administrativo-gerencial de lo que queda del Estado en las actuales condiciones del mercado. Fundamentalmente, lo que se agota cuando se agota el Estado-Nación, es la potencia nacional de instituir un tipo de subjetividad que es el ciudadano. ( Lewkowicz: 2002)

3- La subjetividad de la época:

Asistimos en la actualidad a un ataque contundente a todo lazo social. El discurso dominante promueve la homogeneización y masificación correlato de la llamada globalización. Además, la modalidad del capitalismo actual, llamada “de mercado”, presiona respecto a los sentimientos individualistas, ya que ofrece como garantía de éxito la competencia desenfrenada . Tenemos así que la subjetividad de la época se caracteriza por el individualismo, las exigencias de tener más y mejor, y la desaparición de la figura del semejante. En reemplazo del amor, el odio se presenta en su cara más destructora y así la violencia impera por doquier. Recordemos que la baja de la solidaridad social y la promoción de los valores individualistas han sido y son objetivos permanentes del proyecto neoliberal .

La fase actual del capitalismo globalizado, donde los intereses del poder financiero son determinantes, se caracteriza por una disociación entre lo político, lo económico y lo social. Sociólogos de la escuela de Alain Touraine concluyen erróneamente, después de constatar la tendencia a la atomización individualista de las sociedades hiper capitalistas, que estamos frente a la ‘la muerte de lo social’ y en el reino del individualismo atomizado. Michel Foucault, más agudo, analizaba estas tendencias como el resultado directo de políticas de lo que él denominaba la ‘gubernamentalidad’. El pensador de las relaciones de Poder consideraba el neoliberalismo desde su ángulo político. Lo veía como una tecnología gubernamental de biopoder: de individuación, de domesticación sutil y de control de la vida, tanto de los cuerpos como de los espíritus. Por supuesto, estos procesos generan estrategias de resistencia por parte de los individuos. Lo social marginalizado dejado a la intemperie y conviviendo promiscuamente con las fuerzas del mercado y del capital vive los códigos de la ley de la jungla, se atasca y genera anomia, atomización y comportamientos considerados antisociales (según el paradigma del Orden de las instituciones dominantes).

4- La salud de los trabajadores:

En distintos estudios[1] encontramos que las nuevas patologías que afectan a los trabajadores pertenecen fundamentalmente al campo de la salud mental.

Burn out, mobbing, estrés, depresión, Karoshi, son aquellos síndromes que han hecho su aparición en las últimas décadas y que en muchos países (entre ellos el nuestro) aún no se encuentran en el listado de enfermedades profesionales ni son reconocidos como accidentes de trabajo por las ART.
Importa reseñar, que las ramas de actividad más afectadas son precisamente aquellas cuya característica es la de pertenecer al llamado trabajo inmaterial y relaciones de servicio.
Podemos hipotetizar que, más allá de hablar de nuevas patologías o insistir con denominaciones en lenguas extranjeras, se trata del modo en que la subjetividad, esto es: el modo de vivir o de andar por la vida, es producida y también afectada por ésta nueva manera de la producción.

El valor afectivo del trabajo inmaterial, que se expresa sobre todo en aquellas actividades productivas cuyo centro es la atención al usuario, o el cuidado de personas, y también la educación de seres humanos, produce un desgaste específico que afecta al existir mismo de los trabajadores.

Es que el trabajador aporta hoy su existir mismo, o sea: su subjetividad, ya que éste es el núcleo y corazón del trabajo inmaterial. Si en el modelo productivo anterior se trataba de aportar su “fuerza de trabajo”, estando el cuerpo mismo del trabajador y su energía sometido al desgaste por la actividad laboral; hoy es el modo de sentir, de entender al otro, la empatía, o sea: es el valor afectivo lo que ha desplazado al cuerpo y su energía del centro de la actividad productiva.

Es por eso que si repasamos los signos y síntomas que son agrupados con los nombres de las patologías mencionadas, encontraremos que se trata de “enfermedades del existir”.

Quizás éste modo de nombrar nos invite a reflexionar sobre el existir mismo del trabajador y del modo en que éste puede enfermar.

Cuando la nueva forma que toma el trabajo en la actualidad opera imponiendo modos de vivir, por lo tanto, produciendo subjetividad, se torna imprescindible terminar con reduccionismos antiguos y considerar que el campo de la salud de los trabajadores es un campo transdisciplinario.

Estudiar y tratar las enfermedades del existir del trabajador exige de parte de los investigadores y terapeutas condiciones específicas, ya que la existencia no es un objeto que pueda tratarse como el cuerpo en su dimensión extensa.






[1] Bermann, S, ¨Trabajo precario y salud mental¨, Narvaja Editor, Bs. As. 1995.; Castel, R. “Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado”, Ed. Paidós, Bs. As., 1997.; Neffa, J.C. (coord.) “Telegestión: su impacto en la salud de los trabajadores”, Asociación Trabajo y Sociedad CEIL/PIETTE/CONICET/FOEESITRA, Argentina, 2001.; Dejours, C., “Trabajo y Desgaste mental”, Ed. Humanitas, Bs. As., 1990. Dejours, C. “El Factor Humano”, Ed. Humanitas, Bs. As. , 1998. Zaldúa, G. Y Lodieu, M. T. “El síndrome de Burnout. El desgaste profesional de los trabajadores de la salud”, en “La salud en crisis”, Ed. Dunken, Bs. As. 2000.

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